lunes, 13 de febrero de 2012

Las Tres sonatas para violín y piano de J. Brahms

En este nuevo año 2012, Tendremos nuevas columnas para nuestros lectores. En esta oportunidad se trata del  espacio que hemos denominado: ¨A Tres Voces¨ y, que en esta ocasión, cuenta con la colaboración de nuestro amigo Carlos A. Silva, periodista y cronista de amplia trayectoria profesional en nuestro pais. Esperamos que les agrade y, de igual forma, recibimos sus opiniones que seran bienvenidas. 
A.S.
Las tres sonatas para violín
y piano de Johannes Brahms
 




 Carlos Antonio Silva

    No hacen alarde quienes profesan su amor por Brahms. En rara oportunidad se les oye un comentario, ofrecen una pista o asoman un detalle. Ese amor es siempre una pasión que se lleva en un silencio similar al que se necesita  para apreciar esta música en toda su intensidad.
    Dos décadas atrás resultaba un tanto difícil obtener en el mercado local (me refiero a Venezuela) títulos  fundamentales de la obra brahmsiana como el Concierto para violín  y orquesta, el Quinteto para clarinete, los tríos, los cuartetos (a excepción  de los tres primeros), las sonatas para violoncello, los conciertos para piano y pare usted de contar. A excepción de algunas deplorables versiones de las cuatro sinfonías, las Danzas Húngaras y el Réquiem alemán, era muy poco lo que se podía conseguir en el mercado nacional.
    Afortunadamente, gracias a la generosidad de una amiga que viajó a New York al inicio de los 90 pude  ponerme en The  3 violin sonatas, interpretada de manera magistral por Itzhak Perlman (violín) y Daniel Barenboim (piano). Este CD  (Sony Classical SK 45819), grabado en la técnica DDD es un verdadero alarde de virtuosismo  y rigor interpretativo, que merece escucharse con detenimiento.
    Al escribir sus sonatas para violín y piano, Brahms continúa en la tradición de Beethoven y Mozart, pero con el agregado de hacer más participativa la comunicación entre ambos instrumentos. Como en el caso de sus antecesores, Brahms enfatiza en la importancia del piano, a tal punto que al título de “Sonatas para violín”, le agrega el subtítulo  “Sonatas para pianoforte y violín”.
    Este CD contiene las sonatas Nª 1, Op.78 en sol mayor; Nª 2, Op. 100 en La Mayor; y Nª 3, Op. 108 en Re Menor. En cada una de esas piezas memorables fluye el genio de Brahms con marcada profundidad.
    La Sonata en Sol Mayor Op. 78, compuesta entre 1878 y 1879 representa  la primera para violín y piano que Brahms llegó a publicar. Es bien sabido que Clara Schumann jugó un importante rol  en el génesis  de esta pieza. Hace una dos décadas  aproximadamente se descubrió  que la pianista (Clara), íntimamente ligada a Brahms, fue probablemente la primera persona que llegó a conocer  un fragmento  de la obra. En la Biblioteca Nacional Austriaca, en Viena, se conserva un reproducción fotográfica de una preciosa  página sobre la cual Brahms anotó los 24 compases  del movimiento lento de esta sonata.
    En reverso de la página figura una carta sin fecha que el compositor escribió a Clara en la primera quincena del mes de febrero de 1879, inmediatamente  después que Félix, el más joven  de los hijos que tuvieran los Schumann, muriera a la edad de 24 años. Vista desde esta perspectiva el comienzo de la carta  reviste de una especial significación para Clara. Esta misiva reza textualmente: “Querida Clara, cuando toques lo que está escrito en el  otro lado lentamente podrás entender  la profundidad que yo he querido expresar en palabras de manera tierna, como pienso que tú y Félix (y su violín), tocarían a través del silencio”.
    La Sonata Nª 2, Op.100 en La Mayor fue escrita en Thun (Suiza) en el verano de 1886 y fue llamada  “La hermana verdadera” o “Hermana carnal”. Este término es ciertamente válido en atención al carácter lírico que guardan las dos obras.
    La Sonata Nª 3 en Re Mayor Op. 104 fue compuesta en sus cuatro movimientos casi de manera simultánea con respecto a la anterior. Sin embargo esta pieza  tiene su propia personalidad. Con un adagio melancólico contiene una turbulencia final dominado por ritmos sincopados.
    La belleza contenida  en estas tres piezas no se captaría  en todo su esplendor si no contáramos con la acertada  interpretación  que sin dudas nos ofrecen Itzhak Perlman en el violín y Daniel Barenboim en el piano. Perlman luce acucioso e ilustrativo en pasajes que ameritan brillo y lucimiento. Daniel Barenboim, favorecido con un Premio Grammy  en la categoría clásica, luce meticuloso pero expresivo y denso cuando se reclama su soporte estructural. Ambos logran un verdadero performance el cual es reproducido en toda su fidelidad gracias a la tecnología digital.


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