Por: Alfonso Solano
El silencio como concepto artístico y
como metáfora de la realización del acto creativo, es de vieja y añejada
tradición. Sin embargo, es preciso señalar que fueron los poetas y artistas de
principios del siglo XX quienes le dieron su trono de majestad. Esto es lo que,
en el inaudito e intenso caudal de la historia del arte, se conoció como “el
giro” o, como bien lo definió nuestro estudioso ensayista y poeta maracucho Víctor
Bravo: el arte después del arte (1). En efecto, este marisma dentro de la
evolución del arte mantuvo firme se brújula en el desplazamiento-siempre
oblicuo- de su eje renunciando a la tradición de lo conceptualmente
objetivo-objetual, buscando, en el mejor de los casos, a un reconocimiento de
la obra de arte como elemento dialéctico del propio acto creativo. Sin Dios ni
providencia. Se buscaba, como bien lo describe Bravo “ un estado de conciencia,
a la vez de libertad y de angustia, de la critica a la verdad y a la fijeza ontológica
de lo real” (ob.cit.pág:82). Ciertamente, esto caracterizó todo un arte
primordial que se expresó en los jóvenes años 20 del siglo que nos antecedió y
que dio paso a lo que se conoce como La
Modernidad, vale decir; cambio de paradigma, nuevo horizonte de libertades
y una nueva cosmogonía en el dominio de los conceptos y estructuras de dominio.
En este nuevo horizonte “el arte rompe y busca otras formas de
reconciliación con el persistente canon de la belleza, en una continua pérdida
y reconquista, sin cesar, de una dimensión de autonomía; refiere nuevos
cánones”(pág.83)., vuelve a referirnos de forma concreta el doctor Bravo en su
ensayo. En este nuevo horizonte
existe una temporalidad relativa, ya que la ilusión de la representación se
disloca, se quiebra, y sucede algo inesperado: la concepción de la obra de arte
en el plano de la representación se encuentra con el límite imposible del
silencio, del sin sentido, de la negación de los fundamentos, según nos narra
Bravo en su texto. Esto último es algo clave para entender como una de las más
brillantes pensadoras y estudiosas del arte como lo fue Susan Sontag, se haya
interesado en forma tan peculiar sobre este tópico existente en la poiesis del
acto creativo de los artistas de la modernidad en su obra: estilos radicales (2) con el título: La estética del silencio, brillante y agudo ensayo que ahora
analizamos.
El
Silencio como catarsis
Susan Sontag, novelista, filósofa muy a
su pesar, ensayista sin par, y una de las mentes más brillantes del siglo
pasado, nos lego una obra descomunal que basa primordialmente su fundamento en
una permanente reflexión sobre el acto creativo y el papel del hombre moderno
en todas sus implicaciones sociales, artísticas, políticas, e incluso,
metafísicas. Nunca dejó de intrigarle como los artistas de principios del siglo
pasado, se fascinaron y regodearon tanto en lo que George Bataille y mucho de
sus coetáneos llamaban le coup de des o,
lo que es lo mismo, la trascendencia del vacío en la obra artística. Con una
agudeza filosa, Sontag señala las aristas de este procedimiento-con lúcida y
provocadora reflexión- en donde los diversos públicos que han contemplado este
arte y han experimentado su valor, y su paso hacia ese silencio-entendiéndose
como la ininteligilidad, invisibilidad o inaudibilidad del arte- lo han
concebido más bien como un “desmantelamiento
de la competencia del artista, de su sentido vocacional responsable(…) y, por
tanto, como una agresión contra esos mismos públicos”. (pág.19) En muchas
ocasiones he referido, en textos anteriores, todo lo que ha significado este
anhelo de trascendencia del artista por alcanzar a un límite casi místico, el
limbo del conocimiento y buscar como la más grande realización del ser, el
silencio de la obra, llámese pintura, música o poesía. Sontag refiere esto
último y lo define con precisión cuando nos dice: “así también el arte debe
orientarse hacia el antiarte, hacia la eliminación del sujeto (el objeto, la
imagen), hacia la sustitución de la intención por el azar, y hacia la búsqueda
del silencio” (pág.
15). Llegado a este punto crucial, valdría la pena preguntarnos: ¿es acaso una
voluntad del ser por trascender sus límites creativos? O más bien, ¿es un concepto místico en el
cual el espíritu busca deslindarse de lo “material” del
arte mismo? En este punto la misma autora nos acerca
hacia la luz de la certidumbre: “la actividad del artista, practicada en un
mundo lleno de percepciones de segunda mano, y ofuscada específicamente por la
traición de las palabras, carga con la maldición de la mediatez. El arte se
convierte en el enemigo del artista, porque le niega la realización-la
trascendencia- que desea”.(Pág.16)
No imaginamos un desenlace más fatal: la
abolición misma del arte. Y en este escenario cabría preguntarnos: ¿y en
donde queda entonces el artista?. Sontag
nos ubica en una habitación vacía, en donde vemos tres personajes célebres que,
tras abandonar su obra que les dio fama, se dedicaron a otra actividad
diametralmente opuesta por la que se dieron a conocer, pues éstos consideraban
que su obra habría sido trivial: Rimbaud, que se traslada a Abisinia para
traficar con esclavos, Wittgestein, que ha optado en cambio por un humilde
trabajo como enfermero de un hospital y, finalmente, Marcel Duchamp que
abandona todo para dedicarse con infantil obsesión, al juego del ajedrez. Pero,
como nos advierte Sontag: “la
opción por el silencio permanente no anula su obra” (pág. 16).
Por el contrario ésta se convierte, a su
vez, en una nueva fuente de validez, o como lo dice la autora: “en un certificado de indiscutible
seriedad” (pág. 17). ¿En que consiste esto último? Consiste en no interpretar
el arte como un fin sino como un medio para llegar a lograr aquello que sólo se
puede alcanzar si se abandona el arte. No obstante, Sontag nos aclara que el
arte “ sí es más que nunca
una redención, un ejercicio de ascetismo(…) el artista se purifica por su
intermedio de si mismo y, a la larga, de su arte” (pág. 17).
El
anhelo de la trascendencia
NOTAS
1.
Victor, Bravo: El mundo es una fábula y otros ensayos,
Ediciones Puerta del Sol, Mérida, Venezuela, 2004 (Primera Edición)
2.
Sontag, Susan: Estilos Radicales, Suma de letras ediciones, Argentina, 2005.
3.
Paz, Octavio: In/Mediaciones.,
Editorial Seix Barral, Barcelona,1990 (Tercera edición)
Buenisimo post oximorón!!
ResponderEliminarGracias María, por tus comentarios, aunque sea un poco tarde(2 años!) De todas formas, en cualquier lugar que te encuentres ahora, te deseo lo mejor de la vida. Recibe un abrazo grande!
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