I
The Vamp
Me quedé dormido por un instante. Soñé que era un vampiro y vagaba por la noche solitaria acechando a posibles victimas. Al despertar, sentí el gusto salado y amargo de la sangre en mi paladar. En mi cama, justo a mi lado, yacía boca arriba con los labios entreabiertos, la victima con dos puntos rojos cerca de su vena yugular. Era mi mujer.
II
Free Fall
El ángel bajó bruscamente. Se percató que caía estrepitosamente y descendía a una velocidad desconocida. De pronto, sintió un ruido sordo que estremeció todo su cuerpo. Abrió sus ojos y se miró las manos. Se dio cuenta, que había perdido sus alas. Estaba en el mundo de los humanos.
III
El Amazonas
Existía un campo abierto, un gran campo sin horizonte. El ave que surcó los cielos, viajó al sur y desapareció delante de nuestra vista. Se escapó el rumor de los bosques. Sólo se escuchó el tímido viento, silbando sobre nuestros rostros. La selva había desaparecido.
IV
Impasse
Estaba sorprendido. Me encontraba incólume sobre el tejado como una persona expuesta al disparo de una ametralladora, con las manos arriba, haciendo equilibrio. No pude sino tambalear en un vaivén tímido. Me quedé paralizado. Entonces, de pronto, la teja rodó y cayó estruendosa justo sobre la cabeza de mi vecino, que pasaba en ese instante a un lado de mi casa, para llevarme la cortadora de césped, que le había prestado una semana antes. Quedó tirado, como un bistec, en medio del jardín.
Tiempo circular
Los rayos del sol se colaron por la ventana azul, iluminado toda la habitación. Era una mañana alegre y abierta, con aleteos breves de los insectos que zumbaban desde el jardín contiguo, en medio de las flores. Samuel se había despertado y, al dirigirse al baño para lavar su cara, justo al mirarse en el espejo, se encontró con la figura de un venerable, sereno y bajito anciano de 90 años.
VI
Sobre una historieta de Quino 1
Los novios habían llegado al final del camino; se estaban casando de velo y corona frente al gesto alegre y sorprendido de amigos, familiares y cercanos. Pero nunca sospecharon que la vieja y horonda cigüeña, estaba confesándole a soto voce, detrás del altar cubierto, el secreto de ellos al cura párroco de la iglesia que estaba a punto de iniciar la ceremonia.
VII
Sobre una historieta de Quino 2
Gustav, había arreglado escrupulosamente, el sofisticado aparato para grabar el canto trinado de la avecilla mañanera, que había convocado el día anterior. Espero impaciente a que el ave llegara a su ventana. La avecilla había llegado a la hora convenida. Encendió la consola, dirigió el micrófono y lo acercó sigiloso al menudo pico de la pequeña ave. Acto seguido, comenzó a grabar el repertorio abrumado que surgía de la garganta del mirlo de los campos. Se hizo un silencio, y luego de súbito, se escuchó el truculento ruido de la patada soberana que propinó Gustav a la pequeña avecilla. De pronto , con la calma y la actitud flemática que caracteriza a los Ingleses, se sentó en su gran sillón acolchado y mullido, y comenzó a escuchar-fascinado- el producto de su grabación. Allí se quedó absorto en la música, toda la mañana.
El Ilusionista
El niño caminaba, con paso seguro y apresurado, rumbo al pequeño pueblo de riberas en medio de un camino verde, y de pronto, como en una aparición, se topó con el viejo anciano que estaba sentado a la sombra de un enorme árbol, en medio del prado. El anciano, sin mediar palabras, lo miró profundo a sus ojos y extendió con un gesto elegante su brazo para obsequiarle una rosa amarilla, que había aparecido de la nada en la mano de aquel extraño hombre. De pronto la rosa flotó y se convirtió en una flauta de madera que desapareció volando en frente de el, a la medida que se alejaba de su vista. Y como en un sueño, todo el paisaje se fue desdibujando lentamente hasta que desapareció por completo, incluyendo al misterioso anciano. El niño se quedó sólo en medio de la nada.
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