lunes, 4 de enero de 2010

El morbo del desgaste humano en Silva Estrada

Cristóbal Camejo

Alfredo Silva Estrada es uno de los poetas venezolanos de mayor fundamento y madurez poética que ha dado la poesía contemporánea y actual en Venezuela. Su conocimiento y experimentación de la poesía moderna francesa le ha permitido desarrollar niveles de escritura avanzados que han posibilitado una profunda deconstrucción y relectura de la perspectiva post existencialista y enteramente simbólica de nuestra realidad. Es evidente que hay gran discusión por la ausencia, por ejemplo, de criollismo o tradicionalismo venezolano en la poética de Silva Estrada, pero, como poeta de lo universal, tal cual como un Baudelaire y un Mallarmé, su espíritu poético se inclinó fue al placer y al morbo de la Totalidad y de la Nada, representaciones que quizás, o es así claramente, no lo hacen, ni es poeta popular venezolano.

Ahora bien, específicamente en la obra poética de Silva Estrada, junto al juego lingüístico y simbólico que el poeta extrema en la metáfora más satírica o más espiritual posible, que para dar su presentación en el presente artículo lo podemos conseguir o citar rápidamente en poemas y versos como: De la casa arraigada (1952- 1953) Reconstrucción: Extensión circundada / sin salidas de ríos. / ¿Permanece aún el eco? ó Del traspaso (1961- 1962) Sin nombre y con la sed del nombre: Se absorbe la ausencia del día sucesivo. / Voces, voluntades vendrán / y no seremos más que esta señal anónima / en el acoso y la serenidad del nombre. También, pues, junto a esto, podemos hallar y defender, en su poética, la temática con que intitulamos el presente comunicado, es decir, la metáfora del morbo del desgaste del ser humano. Pero ¿por qué usar el término morbo aquí?. Cuando empleamos el término morbo es desde la línea crítica del filósofo francés Foucault, el cual al referirse a dicho término es para indicar, en el arte, el juego y placer que el artista expresa al fusionar o experimentar los límites de la moralidad o de nuestra existencia en su obra, considerándolos como elemento facticios o de placer o morbo artísticos más que desde una concepción dogmática o desde el tabú, ejemplos son: la enfermedad, la vida, la muerte, la locura, la esperanza, la desesperanza, entre otros. En el caso de la poética de Silva Estrada tal morbosidad está presente en casi toda su obra. Poemas como: en una libertad sin vez primera, del poemario Del traspaso (1961- 1962) sólo al inicio de la primera estrofa ya nos presenta tal juego: Atornillamos los engranajes ya repetidos / y el repetido engranaje ya innecesario… En la segunda estrofa, ahora desde la síntesis del oxímoron (figura retórica especial en sus poemas), continúa tal experimentación: una ausencia nos dicta, nos somete. Ya a partir de aquí es necesario detallar la caracterización con que se expresan muchos poemas de Silva Estrada, y esta es su esencialidad en la brevedad del poema, no obstante, esta misma brevedad verbal es articulada, oximorónica por excelencia, con la infinita correspondencia (Baudelaire) entre la otredad y el Ser, en sí lo que el mismo Heidegger formularía como el Dasein. Y como nada ocurre por casualidad, no es extraño que el poema consume su significación con una estrofa absolutamente existencialista y demoledora de toda luz sobre ésta: Y sólo entonces somos libres / en la aventura del engranaje innecesario. Tales estrofas sólo indican, al menos desde la perspectiva que manejamos aquí, el morbo en el juego de dualidades, contraposiciones existenciales- morales como Libertad y Esclavitud, lo que hace que este mismo poema sea una realización y concretación de la gradualidad erótica, placentera en el experimento de las otredades visibles o sensibles y las otredades dadas en el Ser - ahí o Dasein.

Así como el poemario Del traspaso (1961- 1962) toda su obra poética: De la casa arraigada, Cercos, Integraciones, De la unidad en fuga, Literales, Acercamientos, Los quintetos del círculo y De bichos exaltado está fuertemente construida desde este mismo juego aquí tratado: el placer de la articulación, de la relación, del morbo foucaultiano entre los extremos de la existencia, entre la consumación del dogma, el tabú, por la lúdica de la sátira, en sí, por el morbo placer del oxímoron mismo.

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