Un minuto de palabras por Alfredo Silva Estrada
Premio Nacional de Literatura (Venezuela, 1997) y Gran Premio Internacional de Poesía que otorga la Bienal de Lieja (Bélgica) en 2001, se apaga una de las fundamentales voces poéticas de América Latina, Alfredo Silva Estrada (Caracas 1933 - 2009)
Sus primeras notas llegaron a nosotros cuando la aventura de Común Presencia desplegaba sus sueños de papel. Silva Estrada fue el vaso comunicante que tejió grandes puentes invisibles, abriendo las puertas de la fraternidad y de los amigos que luego se constituirían en colaboradores permanentes de aquella aventura esencialista. Por él fue posible el encuentro y conocimiento de imprescindibles poetas a lo largo del mundo: Roberto Juarroz, Fernand Verhesen, Andrée Chedid, Philippe Jaccotett, Jacques Dupin, Olga Orozco, Roger Munier, Andrée Miguel, Enrique Molina… Su incansable vocación de traductor fue compartida en innumerables ocasiones en las páginas de la revista Común Presencia. Luego vino el encuentro personal, las conversaciones poéticas, las tertulias bajo los amaneceres de Caracas y después un homenaje en el Festival de San Diego, Cesar, cuando con un numeroso grupo de escritores venezolanos y junto con su compañera de toda la vida, la bailarina Sonia Sanoja, aceptó nuestra invitación a Colombia y vino para leer sus poemas en las soleadas tardes del Valle de Upar.
Representante de una casta de míticos exploradores del lenguaje, Alfredo nos ha dejado una vasta obra literaria, pero también y junto a ella, la férrea voluntad de los hacedores de la vida, a través de la transparencia de la amistad.
Autor de: Cercos (1954); Del traspaso (1962), Integraciones. De la unidad en fuga (1962), Literales (1963), Lo nunca proyectado (1963), Transverbales I (1967), Acercamientos (1969), Transverbales II y Transverbales III (1972 Los moradores (1975) Los quintetos del círculo (1978), Contra el espacio hostil (1979), Dedicación y ofrendas (1986) y el ensayo La palabra transmutada (1989).
Su existencia, marcada por una búsqueda permanente de los signos a través de la palabra poética, llegó a su fin el pasado 14 de octubre, tras una larga batalla contra el cáncer que lo tuvo postrado durante los últimos cuatro años de vida.
Premio Nacional de Literatura (Venezuela, 1997) y Gran Premio Internacional de Poesía que otorga la Bienal de Lieja (Bélgica) en 2001, se apaga una de las fundamentales voces poéticas de América Latina, Alfredo Silva Estrada (Caracas 1933 - 2009)
Sus primeras notas llegaron a nosotros cuando la aventura de Común Presencia desplegaba sus sueños de papel. Silva Estrada fue el vaso comunicante que tejió grandes puentes invisibles, abriendo las puertas de la fraternidad y de los amigos que luego se constituirían en colaboradores permanentes de aquella aventura esencialista. Por él fue posible el encuentro y conocimiento de imprescindibles poetas a lo largo del mundo: Roberto Juarroz, Fernand Verhesen, Andrée Chedid, Philippe Jaccotett, Jacques Dupin, Olga Orozco, Roger Munier, Andrée Miguel, Enrique Molina… Su incansable vocación de traductor fue compartida en innumerables ocasiones en las páginas de la revista Común Presencia. Luego vino el encuentro personal, las conversaciones poéticas, las tertulias bajo los amaneceres de Caracas y después un homenaje en el Festival de San Diego, Cesar, cuando con un numeroso grupo de escritores venezolanos y junto con su compañera de toda la vida, la bailarina Sonia Sanoja, aceptó nuestra invitación a Colombia y vino para leer sus poemas en las soleadas tardes del Valle de Upar.
Representante de una casta de míticos exploradores del lenguaje, Alfredo nos ha dejado una vasta obra literaria, pero también y junto a ella, la férrea voluntad de los hacedores de la vida, a través de la transparencia de la amistad.
Autor de: Cercos (1954); Del traspaso (1962), Integraciones. De la unidad en fuga (1962), Literales (1963), Lo nunca proyectado (1963), Transverbales I (1967), Acercamientos (1969), Transverbales II y Transverbales III (1972 Los moradores (1975) Los quintetos del círculo (1978), Contra el espacio hostil (1979), Dedicación y ofrendas (1986) y el ensayo La palabra transmutada (1989).
Su existencia, marcada por una búsqueda permanente de los signos a través de la palabra poética, llegó a su fin el pasado 14 de octubre, tras una larga batalla contra el cáncer que lo tuvo postrado durante los últimos cuatro años de vida.
Amparo Osorio
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